«

»

Sep 29 2016

Imprimir esta Entrada

¿Cómo era Bolaños en el s.XVII?

 

Fragmento documento archivo histórico municipal del siglo XVII

Fragmento documento archivo histórico municipal del siglo XVII

 

*(Escucha el podcast  en este enlace: ¿Cómo era Bolaños en el s.XVII?)

La Villa de Bolaños participa del contexto político, económico y social común a toda la Monarquía Hispánica en el siglo XVII, es decir, se nos presenta a través de la documentación existente los ecos de una grave crisis política, económica y social.

Entre 1601 y 1700, años en los que transcurre el siglo XVII, la Villa de Bolaños presenta un panorama que, a grandes rasgos, comparte con el resto de villas y ciudades de su entorno. Se encuentra incrustada en un ámbito ruralizado, donde el peso de un campesinado abundante, pero arruinado es la nota dominante. La Villa de Bolaños se encuentra sometida a un régimen señorial, el ejercido desde la vecina y cercana Almagro, por el Gran Maestre de la Orden. En este caso, y debido a que desde los Reyes Católicos (concretamente en 1489) los grandes maestres de la orden son los propios reyes, serán particulares, generalmente nobles de alta alcurnia (Grandes de España) quienes compren la autorización real para recaudar los impuestos y privilegios que les corresponderían a la Orden. Desde 1544 sabemos que existió oficialmente la Encomienda de Bolaños, formada con la agrupación de una serie de territorios y privilegios todos ellos pertenecientes a la Mesa Maestral. En ella había Cargas, Honores, Propiedades y Rentas.  Concretamente en la Villa de Bolaños las cargas, es decir, el deber de protección y reparación recaían en el castillo y en la iglesia de San Felipe y Santiago, concluida en 1603. En cuanto a las propiedades, dentro del término de la Villa están asociadas a la Encomienda los siguientes: la Huerta de Gatimar en el camino de La Celada; la dehesa del Prado dotada de un agostadero (lugar acondicionado para el descanso de las reses) por el camino que iba a Manzanares; y tres sernas (Espejuelos, de Abajo y de los Santos, en dirección a Granada y la última en las cercanías del santuario de Nuestra Señora de Las Nieves). De las Rentas o impuestos destacan los diezmos de las sernas y tierras bolañegas (que en el siglo XVII eran las 2/9 partes de los producido); de los censos (intereses generados por la explotación de un medio de producción) se encontraba el censo enfitéutico de la dehesa de la Moheda (actual territorio anejo al Santuario de Nuestra Señora del Monte). En cuanto a los derechos destacan la recaudación por penas y calumnias (delitos castigados con pago de dinero o propiedades); la de mostrencos (bienes muebles e inmuebles que estaban abandonados sin que nadie los reclamase o cuyos propietarios habían fallecido sin herederos legales) y la recaudación procedente de la escribanía pública (notaría). Durante el siglo XVII, los beneficios de la Encomienda estuvieron en manos del Duque de Lerma (valido del rey Felipe III), después del duque de Medinaceli, y finalmente y hasta el reinado de Carlos II, en manos del duque de Medina Sidonia. Aunque nominalmente el señorío lo ejercía la orden de Calatrava, quienes se beneficiaban eran los grandes nobles cortesanos. Como vemos, ejercía un señorío de base fiscal, no jurisdiccional, puesto que la Villa de Bolaños mantuvo sus privilegios medievales simbolizados en su rollo (lugar donde se ejecutaban las penas de delitos graves impartidos por y desde el propio ayuntamiento).

Con respecto a su población, para tener una idea de los estragos que se sufrió durante todo el siglo XVII (carestía y enfermedades) sabemos que en 1575 había más de 200 vecinos (siendo un vecino equivalente a entre 4 y 6 habitantes, tomaremos la cifra de 4), es decir, unos 800 habitantes; sin embargo, en 1652 había 100 vecinos, unos 400 habitantes, la mayoría de los cuales eran pobres y vivían la mayor parte del año en quinterías o casas de labor repartidas por todo el término municipal. La mayor parte de sus vecinos eran campesinos (una mínima parte de ellos serían agricultores, es decir, propietarios de la tierra que trabajan, y la mayor parte serían labradores, posiblemente aparceros). Existían también zapateros, ebanistas, algún médico y algún boticario. Aunque este tipo de profesiones abundaban en la cercana Almagro, donde se acudía en caso de necesidad. Un elemento importante de la época era la población morisca, descendiente de la antigua población mudéjar que en 1570 eran más de la mitad de los habitantes (1543, el 70%). Este influjo musulmán se hizo sentir en la idiosincrasia de la población. De igual manera que en sus villas vecinas del Campo de Calatrava. Los moriscos eran famosos por sus habilidades en las labores agrícolas (sabían manejar sistemas de cultivo y de riego que los cristianos viejos solo dominaron décadas más tarde). De la importancia y el valor que los vecinos les daban es muestra el escrito que remiten a la Corte de Felipe IV las Cinco Villas del Campo de Calatrava donde había una importante comunidad morisca (Villarrubia, Daimiel, Almagro, Bolaños y Calzada). En él pedían que se revocara la orden de expulsión de Felipe III, su padre, y que se hizo efectiva en Bolaños el 23 de junio de 1610. Antes, con la revuelta de las Alpujarras en 1568, el rey Felipe II repartió a aquellos moriscos por Castilla. A la zona de Almagro, Bolaños y Valdepeñas llegaron los procedentes del marquesado del Cenete, un señorío de las Alpujarras. Las aljamas o morerías de estas poblaciones fueron muy importantes. Algunos apellidos surgidos de la conversión forzada de la época llegan a nuestro tiempo: Aranda, Naranjo, Carretero, Gallego o Torres, todos ellos de sobra conocidos.

Aunque en la Villa de Bolaños no hubo una casa de un familiar de la Inquisición (un delator profesional), sí que la Inquisición actuó en algún que otro caso. En 1486 hubo un gran Auto de Fe en la Plaza Mayor de Ciudad Real en pleno auge de persecución contra los falsos cristianos que en realidad eran judíos en su vida cotidiana. Hubo decenas de ellos procedentes de la Villa de Bolaños. El problema judío ya había expirado en la España del siglo XVII, los casos son pobres y sin consistencia. El nuevo problema era el morisco, y por ello fueron procesados unos bolañegos, Lope de Almerique, y su mujer Isabel López. Era especialista en el rito musulmán del cordero degollado. Les delató todo aquello que difería de la costumbre cristiana: lavarse las manos antes de comer, cocinar con aceite de oliva en lugar de manteca de cerdo, no comer nunca carne de cerdo y lavar las sábanas cada semana, así como un aseo personal casi diario. No fueron condenados. Martín de Olit constituye un caso único por su desfachatez a la hora de emitir juicios sobre los santos, la virgen y la religión en general. También fue procesado. Bolaños también tuvo su hechicera, Teresa López, cuyo procesamiento no llegó a mayores.

De los edificios de los que se conserva testimonio de aquella época destacan, además del castillo, ya bastante deteriorado, y de la ermita de San Cosme y San Damián con su cementerio anexo, los que se situaban en la plaza central. Bolaños tuvo que ser reconstruido casi desde cero a principios del siglo XVI debido a una gran inundación causada por el desbordamiento del arroyo Pellejero al ser desviado su cauce en Almagro por el comendador de turno. Solo quedaron en pie el castillo y la ermita de San Cosme y San Damián, aparte de algunas casas cercanas al Altozano. Bolaños se trazó de nueva planta al modo como se estaban fundando en América en estos momentos. Además del ayuntamiento, con su balconada típica manchega había algunas instituciones hoy desaparecidas. El pósito real se encontraba en el piso superior del mismo y era un almacén fundamentalmente de granos que ejercía como primitivo banco. El pósito eclesiástico, en las cercanías del templo de San Felipe y Santiago tenía unas funciones similares. Se sabe de la existencia de un pósito fruto de una obra pía de un particular, Gaspar Martín, aunque se desconoce su ubicación, en cualquier caso cercano a la plaza. Había además una carnicería pública (el servicio de carne era público y su desempeño se subastaba al mejor postor). La casa del peso se encargaba de vigilar “las romanas” de los vendedores ambulantes, fundamentalmente de frutas y leguminosas. Estos estaban a la izquierda de la fachada principal del ayuntamiento. En la opuesta se encontraba el corral del concejo, una especie de depósito de vehículos de la época. Allí se guardaban animales abandonados, carros que estorbaban, etc. Es probable que no hubiera mesón en esta época, aunque no tardaría en aparecer. Finalmente, en la manzana frente a la ermita de San Cosme y San Damián había un Hospital, el de Santa María la Mayor. Su existencia data de 1511 y fue fundado por Teresa Arias de Sandoval. Desde 1809 no hay noticias de él (coincidiendo con la ocupación francesa de Bolaños).

Y estas son las pinceladas del Bolaños del siglo XVII. Queda un arduo camino para investigar y ampliar esta información. Recuerdo que mi reciente novela Una ramita de albahaca. Un paseo por Bolaños en el siglo XVII recrea el pueblo en esta época y en ella se puede encontrar información ampliada.

VÍCTOR M. RAMÍREZ

*(Artículo publicado en la revista comarcal ElCronista en el número correspondiente a abril de 2016)

Enlace permanente a este artículo: http://acdjeyma.es/?p=4078

Publicidad

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Puedes utilizar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>